La llegada de un bebé a la familia siempre es motivo alegría. Para algunos este sueño se materializa muy rápido. En otros casos, hay matrimonios que no logran tener un bebé fácilmente por diferentes factores.
En ocasiones la pareja retrasa este momento por alguna razón y, posteriormente, comienza con la búsqueda del bebé en edades más avanzadas (35-40 años), situación que dificulta la gestación.
En otras circunstancias, el hombre o la mujer presenta ciertas anomalías con su sistema reproductor que dificulta aún más el embarazo.
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De acuerdo con especialistas en el área, la mayoría de problemas de esterilidad aparecen en las mujeres y están relacionados con la cantidad de óvulos que conservan. Mientras que en el hombre, el principal factor que complica la fertilidad es la disminución o poca movilidad de los espermatozoides.
La solución está en los tratamientos de fertilidad, utilizados para aumentar las posibilidades de un embarazo y que, al producirse, tengan un feliz término.
Existí un abanico de opciones, pero todo depende de las necesidades de la pareja. Entre los más implementados están: la inducción de la ovulación, la inseminación artificial y la fertilización in vitro.
Todos estos tratamientos tienen algo en común: requieren de tiempo y paciencia para que arroje los resultados esperados.
Las parejas que optan por ellos pueden pasar mucho tiempo intentando, pero si no se logra el embarazo, comienzan a dudar si realmente son efectivos.
¿Siempre son exitosos?
Las posibilidades de que un tratamiento de fertilidad funcione siempre son altas al inicio del ciclo, pero no siempre se mantiene así.
Cada tratamiento es único. Por ejemplo, en la fertilización in vitro (FIV) la probabilidad de un embarazo disminuye después de tres ciclos.
Así sucede con cada tratamiento. En todos hay intervalos de tiempo para obtener resultados exitosos.
¿Cuándo parar los tratamientos?
Hay una serie de indicadores que te pueden estar alertando que es momento de detenerte con los tratamiento de fertilidad. Acá te mostramos algunos:
Emocional
Someterse a estos tratamientos genera sentimientos encontrados en hombres y mujeres.
En algunos casos cuando se logra el embarazo, posteriormente se producen abortos espontáneos. Cuando esto sucede la parte emocional juega un papel determinante.
No lograr un embarazo causa depresiones, fatiga y molestias. Todas estas emociones afectan principalmente a la mujer, quien se siente impotente y triste ante esta situación.
Si una mujer vive en más de dos ocasiones estas circunstancia y tiene sentimientos de culpa y solo se enfoca en tratamientos, entonces en momento de parar.
Riesgos
Los tratamiento de fertilidad tienen ciertos riesgos para la salud.
En el caso de la fertilización in vitro la implementación repetitiva puede causar fuertes dolores de estómago e hinchazón, infecciones agudas, daños en los intestinos, vejiga y dificultad para respirar.
En otros tratamientos, como el de la inducción a la ovulación, se pueden producir quistes ováricos y dificultades para orinar con frecuencia.
Problemas en pareja
Al iniciar los tratamientos de fertilidad los especialistas recomiendan hablar con una trabajadora social o un psicólogo con experiencia en los aspectos médicos. Este especialista guiará a la pareja en el camino que está a punto de comenzar.
En esta etapa es muy importante evitar peleas. Es ideal que la pareja se apoye y se comunique. Ambos pasan por un proceso completamente nuevo.
Por eso es recomendable que se distraigan, que el tratamiento no detenga su vida amorosa y los aleje del romanticismo.
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