Ser madre es un deseo muy común dentro de las mujeres de todos los estratos, condiciones, nacionalidades y orígenes. Pero tus prioridades pueden ser otras, quizá ni siquiera se cruzó por tu cabeza, quizá es algo que vez como una posibilidad en el futuro lejano. Esto es cada vez más recurrente en mujeres modernas y audaces.
Sin embargo, hay cosas que conviene saber para el futuro: hay momentos específicos en la vida de una mujer en los que los riesgos por un embarazo son mayores. Después de los 35 años, el organismo ya no es el mismo y el cuerpo no se adapta bien a los cambios que podrían presentarse durante el crecimiento de un bebé en 9 meses.
Esto no significa que las mujeres no puedan tener hijos a esa edad. Todos los días, la medicina investiga y avanza cada vez más rápido, esperando encontrar soluciones y métodos que puedan satisfacer las demandas y exigencias del estilo de vida de las mujeres modernas.
Una de las técnicas médicas más conocidas para estos casos es la vitrificación de células o criopreservación. La criopreservación es un método basado en la congelación de óvulos de una mujer con el fin de guardarlos para usarlos en un futuro.
La gran diferencia entre la congelación y la vitrificación
La vitrificación es muy parecida a la congelación. De hecho, son términos que se suelen usar sin distinción. Sin embargo, es necesario conocer la diferencia, ya que el primero es mucho más efectivo a la hora de lograr su objetivo: conservar los óvulos en buen estado durante un período de tiempo indefinido.
Con la vitrificación, da más garantías respecto a la integridad de la estructura celular de cada óvulo que se congele. La tasa de supervivencia de los óvulos es mucho mayor, de al menos un 90%.
Con la congelación, por el contrario, existe la posibilidad de que los óvulos sean dañados durante el tratamiento. Sus estructuras celulares pueden sufrir porque, durante la congelación, los óvulos no son enfriados lo suficientemente rápido.
La vitrificación, por lo tanto, ha significado un gran avance médico y tecnológico que permitirá que cualquier mujer pueda decidir cuándo y cómo tener a sus hijos.
A diferencia de la congelación de óvulos, que se hace de forma relativamente lenta en cuanto al enfriamiento de los gametos, la vitrificación es muchísimo más rápida. De esta forma, se evita que se que se produzcan cristales de hielo en el agua de los óvulos.
De hecho, los óvulos son las células humanas más grandes y, en consecuencia, son las que más agua poseen. Con la formación de cristales de agua, la célula pierde sus propiedades y disminuyen sus probabilidades de ser fecundada exitosamente.
Gracias a la vitrificación, se reduce considerablemente riesgo de que estas células puedan resultar dañadas. Así pues, con esta técnica es más probable obtener un embarazo exitoso derivado de un único ciclo de estimulación ovárica.
La mejor opción para preservar tu fertilidad
¡Todas las mujeres son distintas entre sí! Por eso, es casi imposible que todas reaccionen de la misma forma a un mismo tratamiento. Algunas mujeres han desarrollado diferentes condiciones adversas como Síndrome de Hiperestimulación Ovárica (SHO) o deterioro del endometrio.
La vitrificación tiene como beneficio que también puede reducir la posibilidad de que las mujeres terminen teniendo alguna de estas condiciones. Sobre todo para las mujeres en edad avanzada y que previamente decidieron congelar —mejor dicho, vitrificar— su óvulos.
Es el método que se ha hecho fundamental en la medicina reproductiva de hoy en día. En los últimos 10 años se ha estado desarrollando mucho más hasta el punto de dejar de ser considerado como un procedimiento experimental por su alta demanda. Sobre todo entre parejas jóvenes que aún no quieren tener hijos pero no descartan esa posibilidad.
Probablemente se seguirá investigando al respecto para seguir haciendo del tratamiento la técnica más efectiva de la medicina reproductiva.
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